martes, 22 de septiembre de 2015

LA SOMBRA DE LOS SUEÑOS

En la esquina solitaria se duermen los sueños vestidos de verde y una colina despierta cada mañana con los primeros rayos del sol. He visto amanecer tantas veces que me he olvidado del color de la noche, de los destellos lunares que atraviesan las almas de los sonámbulos y rompen los últimos cristales que siguen vivos. Se ha cometido un crimen en la calle del miedo, la paralela a la calle de la esperanza. Un perro famélico se consume de tristeza y escalofríos, y un anciano con sombrero gris ve pasar fotogramas en blanco y negro sentado en la butaca del tiempo. Entrego mi cuerpo desnudo a la sombra que me persigue y la abrazo con pensamientos de oro y plata, corrijo mi existencia y la comparto con el viejo cansado de ver el mundo descolorido. El perro se está lamiendo las costillas y una pareja asoma por la esquina de la calle solitaria. Andan deprisa y se ríen, se dan empujoncitos y se detienen cuando llegan a la altura del perro. Se oye un estruendo y los cuatro nos miramos sin articular palabra. Se han roto los cristales del escaparate de los sueños vestidos de verde, el perro huye asustado y cuatro sombras nos persiguen para llegar a la colina de oro y plata, donde los pensamientos cambian de atuendo y el sentido común se evapora para no ser descubierto. Ésta es la historia sin sentido de un perro que quería llegar a viejo, de un viejo que soñaba con correr como un perro y de una pareja que se quedó sin besos por doblar la maldita esquina de la calle del miedo.
 
Meritxell

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