jueves, 20 de septiembre de 2012

HIMNO AL AMOR CRISTIANO


" Aunque hable todas las lenguas humanas y angélicas, si no tengo amor soy como una campana que resuena o un platillo estruendoso.
Aunque posea el don de la profecía y conozca los misterios todos y la ciencia entera, aunque tenga una fe como para mover montañas, si no tengo amor no soy nada.
Aunque reparta todos mis bienes y entregue mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor de nada me sirve.
El amor es paciente, es amable, no es envidioso ni fanfarrón, no es orgulloso ni destemplado, no busca su interés, no se irrita, no apunta las ofensas, no se alegra de la injusticia, se alegra de la verdad. Todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor nunca acabará. Las profecías serán eliminadas, las lenguas cesarán, el conocimiento será eliminado. Porque conocemos a medias, profetizamos a medias; cuando llegue lo perfecto, lo parcial será eliminado.
Cuando era niño hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; al hacerme adulto abandoné las niñerías.
Ahora vemos como enigmas en un espejo, entonces veremos cara a cara. Ahora conozco a medias, entonces conoceré tan bien como soy conocido. Ahora nos quedan: la fe, la esperanza, el amor: estas tres.
La más grande de todas es el amor."

domingo, 2 de septiembre de 2012

RELACIONES HUMANAS

Hoy siento el frío de un modo especial. El otoño es mi estación favorita, empiezo a sentirlo con días de antelación, volviéndome más melancólica y sensitiva. Pero es una melancolía que me gusta porque me da paz y me permite tomar distancia sobre ciertos asuntos para afrontarlos con inteligencia más adelante. Tengo la agenda repleta de compromisos, cenas y cafés pendientes que voy posponiendo sobre la marcha porque sólo me apetece empatizar conmigo misma. Ahora estoy por mí. Estaba trabajando hace unos minutos sobre un libro que, a fuerza de corregirlo y modificar contenido, me ha aclarado un par de dudas sobre las diversas relaciones que establecemos los humanos. Algunas son muy curiosas, pero me gustaría abordar una en particular: la relación entre dos personas que, aparentemente, son polos opuestos. Y utilizo el adverbio "aparentemente" porque si se analizan las vidas de ambos individuos (sus gustos, deseos ocultos, carencias, virtudes, defectos, aspiraciones,etc.) se observan muchas similitudes. Es un tema complejo pero muy interesante. Es como si toda esa información permaneciera en un nivel inconsciente y no llegara a exteriorizarse, de modo que para la otra persona ese sujeto sería incompatible y hasta le resultaría incómodo. Pero luego empiezan a producirse los encuentros, las coincidencias, la necesidad  mutua de estar juntos, el deseo, el sexo y hasta el matrimonio. Nos encontraríamos, según los místicos, ante un caso de almas gemelas. Los psicólogos aportarían otros argumentos para desmontar la teoría mística, aunque cabe señalar que cada vez son más los psicólogos que combinan el tratamiento convencional con el alternativo (reiki, por ejemplo). El tema de las relaciones humanas siempre me ha interesado muchísimo. Me gusta conocer gente de todo tipo, pero especialmente si son diferentes que yo. Quiero saber cómo piensan, cuáles son sus necesidades, a qué le dan valor en la vida, cómo trabaja su cerebro y cómo procesa la información recogida (pasado y presente) para encarar el futuro. Esto puede parecer muy retorcido, pero nada más lejos de la realidad. Se aplica de manera natural, es un conocimiento casi instintivo que se perfecciona con la práctica y que sirve para aprender y adquirir experiencia en la vida. No comulgo con la opinión de que para aprender hay que sufrir y equivocarse. No es necesario, al interactuar con personas de diversa índole contemplas no sólo las vidas de estas personas, sino cómo sería la tuya si tu vida estuviera cerca de alguna de ellas. ¿Raro? ¿Complicado? Puede que un poco sí, tal vez me cueste encontrar las palabras apropiadas para explicar mi teoría de las doce de la madrugada, pero si esto que digo se analiza con la mente despejada no parecerá tan disparatado.

miércoles, 29 de agosto de 2012

LA REALIDAD ES INVISIBLE

A veces uno no sabe si está vivo o muerto, si vive entre personas de carne y hueso o convive con fantasmas y chupasangres. Hay que tenerlos bien puestos para saber dónde se está en cada momento y,  lo que tiene más mérito, adaptarse.
En realidad, la vida auténtica no es la que vivimos. Es todo un lío. Cuentan los sabios que el universo está dividido en cuarenta y nueve planos, y que en función a la sabiduría adquirida y nuestros méritos estaremos más cerca o menos del último peldaño. Yo prefiero contemplar los planos a modo de escalera. Me la imagino de acero, fuerte y segura de sí misma, que no titubea a la hora de tirar para abajo al osado que pretenda colarse. ¡Ah no! En el mundo de los muertos a los 'listillos' se les da un buen escarmiento.
Esta vida no es real, y la muerte, compañera de viaje que no engaña ni desespera, no existe. La vida real viene después de que abramos las últimas maletas. A mí no me asusta nada, ni siquiera la muerte como nos la han enseñado. Rectifico, me asusta la ignorancia, el desconocimiento, la falta de estudio e interés por las cosas que no se conocen. A mí no me sirve eso de: estos temas no me interesan o esto me aburre. Para saber si algo no interesa primero hay que conocerlo, y cuando se haya estudiado y analizado a fondo se podrá tener un criterio. Sólo los ignorantes prefieren permanecer en la ignorancia. Sólo las personas justas sufren para que las injustas aprendan, sólo la luz llega a la oscuridad para que los oscuros vean más claro, porque en el universo, del que todos formamos parte, nada es casual y todo está programado. Vida y muerte son la misma cosa, pero hasta que no subamos por la escalera, miremos para abajo y nos veamos tal y como éramos cuando estábamos de paso, seres ridículos cargados de complejos e inseguridades, de miedos, prejuicios y sentimientos nefastos, no nos daremos cuenta de cuánto hemos desperdiciado.



jueves, 12 de julio de 2012

LA ÚLTIMA FAROLA

Debes morir un poco para resucitar. Morir no duele, casi más lo segundo, porque todo se presenta como nuevo y te abruma. Tienes que poner el color y la música, y aprender a bailar.
Yo he muerto hace poco. Otra vez. Y he resucitado, también otra vez. Esto me convierte en alguien más fuerte, y vulnerable al mismo tiempo, porque ahora que reconozco la muerte muero con más facilidad. Es como un desmayo, todo da vueltas y más vueltas hasta que te abrazas a una farola evitando desvanecerte y parece que, entonces, todo se detiene. Eso si estás de paso por el mundo, porque si estás en casa te dejas caer en la cama o en la alfombra del salón. Tiene más emoción morir en plena calle porque tienes espectadores. La gente te observa como si nunca hubiera visto morir a nadie, y eso, lejos de molestar, tiene su gracia porque sientes el consuelo de morir acompañada. Hace un mes escaso que he muerto por última vez y aún estoy resucitando. Todo es confuso, es como si las decepciones de estos últimos años se hubieran agrupado en una sola con el propósito de rematarme definitivamente. Pero no me recreo en mi muerte, me importa más la de los otros, siempre me ha dolido más lo ajeno que lo propio, tal vez por ese convencimiento extraño y a la vez casi absurdo de que los demás son más débiles. Siempre dando más que recibiendo, siempre muriendo por el resto y resucitando sola a destiempo, cuando nadie está cerca para reubicarme en un entorno ficticio e intemporal. Han dejado de importarme muchas cosas. Cuando has muerto una docena de veces y has traspasado el umbral de lo irracional le das valor a otro tipo de cosas. Y no sólo de cosas va la historia. Detesto el arte de cosificar, y el yo fenoménico, y todo lo relacionado con el sentido de la apropiación. Amo la libertad desde su lado más estricto, aunque para las cosas importantes nadie nos la haya concedido, lo que me resulta trágico, e injusto, y condenable. Debería ser un derecho decidir nacer y morir sin que nadie lo decida por nosotros.
En mi caso, y después de morir unas cuantas veces y resucitar otras tantas –sin mi permiso, que quede claro- mi lista de prioridades ha cambiado. Y también mi lista de amigos, o de contactos, como se le llama ahora. Antes no esperaba nada, ahora espero algo más. Ésta es una de las grandes diferencias entre estar viva o muerta.


miércoles, 30 de mayo de 2012

HACIENDA Y MERITXELL: UNA HISTORIA DE AMOR

Mantengo una relación intensa con Hacienda. Se trata de una relación apasionada, pero sin sexo, y aunque a veces no puedo controlar las ganas de follármelos a todos bien follados, siempre sucede al revés; que ellos me follan a mí. Decididamente, me quieren. Por eso, este año les he hecho un regalazo. La semana que viene me personaré en la Agencia Tributaria  para que me expliquen en qué invertirán tan generosa cantidad de dinero. Si no fuera por personas como yo el país no marcharía así de bien. Y eso lo saben, por eso a los paganinis con cara de gilipollas nos reciben con honores. Tenemos una sanidad y una educación envidiables, y hay trabajo a raudales, ¿qué más podemos pedir? Voy a escribir una carta de agradecimiento al Ministerio de Hacienda. No sé si proponer directamente, y sin que sirva de precedente –no sea que les guste-, mis intenciones, o mejor aún, que lo haga un amigo mío negro que le va el sado y está más puesto en estas cuestiones. Yo estoy demasiado ocupada haciendo dinero para regalárselo de nuevo el próximo año, que por la patria una hace lo que sea.

sábado, 19 de mayo de 2012

ONE, TWO, THREE AND YOU

Uno, dos, tres, y paro de contar. Se me corta la respiración (it takes my breath away). Me acerco y me alejo como una ola en el mar agitado. Se avecina tormenta y el agua está gris. Huele a sal y petróleo, ¿dónde estás? Escavo con mis pies la arena rebelde y no te veo. Estoy sola (I am alone). La brisa despeina mi cabello y me habla. Creo que dice cosas feas, no estoy segura porque no entiendo su idioma, pero está chillando. ¿Qué sucede? (what happens?). Uno, dos, tres; vuelvo a empezar. Estoy contando los minutos que tardo en encontrarte. Vuelvo mis ojos hacia la puerta azul (the blue door), y mis pies siguen pedaleando en la arena escurridiza. Ahora parece que empiezo a verte. Uno, dos, tres, cuatro (four). Aquí me quedo. La puerta azul se cierra hasta entonces. Me gusta tu olor. Me gusta tu color. Me gusta tu discreción. Me gustas cuando abres la puerta y me abrazas.  I want to make love to you.

domingo, 8 de abril de 2012

LA MUJER ACTUAL

Como es habitual, termino el domingo planchando y organizando la ropa en los armarios. Reconozco que me gusta planchar, en realidad me gusta la ropa muy bien planchada, y no todo el mundo lo sabe hacer bien. Mi abuela fue mi gran maestra. Tú estudia -me decía-, pero ante todo aprende a ser una buena ama de casa. Debo darle las gracias, pues no hay cosa que más me desagrade que ver a una mujer que no sepa plancharle las camisas a su marido o prepararle un buen cocido. Puede parecer una postura machista, lo admito, un poco lo soy, pero ante todo me considero femenina, y serlo incluye hacer las cosas que una buena mujer haría. Perfumarse y ponerse bonita está muy bien, pero si además sabes cocinar, planchar y limpiar está mucho mejor. No soporto a esas pijas redomadas que no saben fregar un váter, porque hasta para eso hay que tener gracia. Planchar me distrae, es uno de mis momentos de relax. Disfruto deslizando la plancha sobre la ropa y poniendo la raya en el sitio adecuado mientras el olor del vapor me envuelve. Mi abuela me enseñó que las camisas, aunque cuando las compramos llevan la raya marcada, no deben plancharse con raya. Lo fácil es hacérsela, pero para que esté bien planchada hay que dejar la manga lisa, sin ninguna marca. Me horroriza ver a hombres vestidos con traje y chaqueta con las camisas mal planchadas. Ahora somos demasiado modernos, los hombres cocinan y planchan más que las mujeres, que sacuden la ropa como si estuvieran matando moscas, y así, tal cual, se la colocan. Los tiempos han cambiado demasiado, y los hombres ya no colaboran, sino que hacen absolutamente todo. Una mujer no debería pensar en casarse y tener hijos si no está preparada para llevar una casa. Hay que tener gracia para todo; para trabajar fuera y dentro del hogar, y para eso se necesita una gran inteligencia y feminidad. ¿Nos conviene ser tan modernos? Ésa es la cuestión.

miércoles, 21 de marzo de 2012

MILLONARIO NO, GRACIAS

Me horroriza comprobar el materialismo de las personas, ese afán por tener lo más caro porque, de ese modo, se valoran más a sí mismas. Últimamente he llegado a la conclusión de que las personas materialistas, que priorizan el lujo por encima de otras cosas, son personas con fuertes carencias afectivas. Cuando no conoces el amor en toda su amplitud buscas suplir ese vacío con cosas tangibles y valiosas. Desconozco si hay alguna teoría al respecto, pero he llegado a esta reflexión de un modo muy simple, la recibí como una inspiración. Si todas estas personas que se preocupan por tener el coche más caro, la casa más cara, ropa de marca, etc. se preocuparan más por enriquecer su interior y desarrollar su parte afectiva-emocional otro gallo cantaría. Me preocupa seriamente la escala de valores que hay en el mundo, las diferencias tan marcadas entre clases sociales porque es lo que realmente nos separa y aísla. ¿Cuántas personas se soportan por interés? Más de las que imaginamos. Eso es antinatural, lo correcto es poder elegir libremente con quién quieres estar, quiénes quieres que sean tus amigos, tu pareja, qué quieres hacer, sin que ningún grupo social condicione tu felicidad. Los años pasan muy deprisa, y pasan para todos. Usemos la inteligencia, no sea que al final de nuestra vida echemos en falta algo.

miércoles, 25 de enero de 2012

P-U-T-A (-S)

Puta es una palabra hermosa, la puta realidad que despierta a los muertos.

Salen de sus tumbas con las vísceras colgando y los huesos rotos, babeando culebras que se convierten en la columna vertebral de un puto día que asiste a su funeral. El silencio es una palabra aterradora, el puto silencio es más llevadero. Panteones mohínos que dejaron de ver el sol y que comen lenguas, putas lenguas que mal hablaron en bocas de putas de barrio que destrozaron realidades de convento.

Puta es una palabra hermosa, igual de hermoso que tu silencio aterrador, que empieza a ser llevadero. Los muertos se levantan y te anclan a tu puta realidad, melancólico y solitario cementerio de huesos rotos.