sábado, 5 de septiembre de 2015

EN LA PISTA DE BAILE

Una hermosa canción, un camino, tres piedras, humo. Unos pies descalzos, una ventana abierta, un niño jugando en la calle con un balón de plástico. Respiro luz y tinieblas. Empieza el juego. Empezamos a jugar sin fichas ni tablero. Llevo ventaja, vas perdiendo. Acércame el cenicero e invítame a un cigarro. No te rías, si lo haces no me concentro. He dicho que pares, que no te rías, me estoy enfadando. Muy bien, ya me he enfadado. Te gusta que tenga carácter, pero no me molestes en mitad de la partida. ¿Te importaría subir el volumen? Es mi canción preferida, ¿te gusta? Por tu gesto intuyo que no. Cuando acabe la partida tendré que enseñarte a bailar. Plas, plas, plas. Tres piedras en tu camino y un solo vals. Llevo puesto el vestido que tanto te gusta, y voy descalza, ten cuidado y no me pises, soy de porcelana. Mueve ficha, es tu turno. Espera, dame un minuto, me levantaré para cerrar la ventana. ¿Sientes eso? ¿Puedes sentirlo? Haz el favor de no reírte tanto, parece que nunca hubieras jugado con una novia de blanco. Vaya, terminó la canción, muevo ficha y cambio de disco. ¿Qué tal algo con más ritmo? Es tu turno, mueve, no tenemos toda la tarde. Me aburren las partidas interminables, hay que ser más rápido. Ahora acércame eso, no hagas preguntas, ya te he dicho que me desconcentras. Cierra los ojos y abre la boca, te daré a probar algo que te gustará. Mientras, sigue pensando hacia qué lado moverás la ficha, te sigo llevando ventaja, piensa, piensa... Sí, te prometo que luego bailaremos algo, pero de momento no abras los ojos. Ahora me estoy riendo yo, no me ves porque tienes los ojos cerrados, pero me lo estoy pasando bien. La música sigue sonando, me pondré los zapatos para concederte el baile, bailar es muy fácil, más de lo que crees, sólo agárrate a mí y sigue mi ritmo. Si te sueltas te caerás, sujétate fuerte pero sin apretar. Plas, plas, plas, ¿qué tal? Lo estás haciendo muy bien. Muevo la última ficha, pero no me sueltes, ya alargo yo el brazo. Baila, muévete, déjate llevar, puedes pisarme que no me harás daño, llevo los zapatos. Da un pasito, y otro, y otro más, ahora te giro y me das la espalda, te vuelvo a girar, abres los ojos y ves a una novia de blanco con zapatos y una sonrisa contagiada en el rostro. Fumemos un cigarro, no ha estado mal.

Meritxell

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