viernes, 10 de mayo de 2013

EL YO QUE NADIE CONOCE

Podría ser el título de un libro, y también el reflejo de mí misma. Bueno, una parte de mí misma.
En el silencio de la noche, sólo con la compañía de mi perro y el silbido del aire que se cuela por la ventana de mi habitación, repaso mis últimos pensamientos. Porque los pensamientos se repasan, o se supervisan y se les pone nota. Si existiera una carrera de pensamientos, como la hay de humanidades, por ejemplo, no tendría demasiados adeptos. La gente ya no piensa, actúa por obligación, mucho más trágico que hacerlo por instinto.
Mis pensamientos son los mismos de la semana anterior, pero con una emoción distinta. El estado de ánimo tiene mucho que ver, y el clima también, me supongo.
Creo que necesito descansar. No hace calor pero me apetece dormir con la ventana abierta. Los pensamientos fluyen como el cantar del ave nocturna que revolotea perdida. La emoción es indescriptible, presiento que algo está a punto de cambiar, pero no sé el qué. Me parece bien dormirme con ese pensamiento, o con esa emoción, o con ese no sé qué.

martes, 30 de abril de 2013

LA SEÑORA DEL AUTOBÚS

Hoy he conocido a una señora en el autobús. No era española pero hablaba bastante bien el español y era muy agradable. Como si me conociera de toda la vida me ha explicado que tenía un nieto de cuatro años y, entonces, me he acordado de I. A él le conocí con la misma edad y su nacionalidad era la misma que la de la señora del autobús. Como las casualidades no existen, o yo no creo en su existencia, he puesto más interés en todas las preguntas que me hacía y todo cuanto me contaba. No me he sentido intimidada en ningún momento, ya que me inspiraba confianza. Cuando me ha preguntado la edad ha exclamado un "ohh" muy convincente, y muy alagador también. Pensaba que tenía once menos. Ahora me río, personas así son las que te alegran el día, sobre todo cuando eres mujer y es otra quien te dice lo bien que te conservas. Cuando he llegado a casa, mientras me desmaquillaba y me daba una ducha, he pensado que mi encuentro con esa señora no había sido casual. Cuando las coincidencias se suman en dos personas que no se conocen de nada y con vidas tan diferentes es por algo. Me he acordado de I, y hacía días que no pensaba, aunque tengo fotos suyas esparcidas por casi todos los rincones de mi casa. Era como si quisiera decirme algo, tal vez ha sido un toque de atención porque llevo días descolgada del mundo que me rodea. Y nunca mejor dicho, estoy descolgada. Estar colgada sería peor, muchísimo peor. Cuando pienso en I me pongo triste porque le echo de menos. Echo de menos el amor que me daba, su manera de exigir las cosas, con ese autoritarismo tan impropio de un niño pequeño, sus besos, su sonrisita sin dientes y sus manitas cogiéndome firmemente la cara para que escuchara eso tan importante que me tenía que decir. I.V me cambió la vida, y los que me conocen bien lo saben. Nos pasamos la mayor parte del tiempo preguntándonos, cuestionándonos y buscando alicientes constantemente, y la vida nos sorprende cuando menos lo esperamos con algo o alguien que en un abrir y cerrar de ojos te llena de tanta felicidad que tienes la certeza de que ya no necesitas más. Es difícil de explicar, transmitir una emoción es difícil porque es algo muy personal y, lamentablemente, las personas empatizamos más con las desgracias que con las emociones de este tipo. I.V me cambió. Me dio valor para enfrentarme a las cosas, me dio una lección de humildad porque reconocía sus debilidades y no intentaba aparentar lo contrario. Me enseñó a divertirme cocinando perritos calientes virtuales sentado sobre mis rodillas y, muy especialmente, me enseñó el amor en su estado más puro. Él sabe que aún no he podido volver, pero lo haré en breve si Dios quiere. Lo intenté y cuando vi su bicicleta aparcada en la sala de juegos me derrumbé. Soy una persona fuerte, pero I.V me hizo más vulnerable. Perdí parte de mi fuerza cuando le perdí a él, y todavía hay días en los que me cuesta hacerme a la idea. I.V fue un regalo del cielo, temporal y corto para mí, pero para Dios duró el tiempo suficiente. Todo pasa por algo y nada en la vida es casual. Cada día lo tengo más claro.

martes, 5 de marzo de 2013

LA CIUDAD DE LA LUZ

Los días oscuros existen en mi memoria, agotada de tanto trabajar. Desde que dejé el tabaco no le doy descanso, para que luego digan que es sano dejar de fumar. Uno cuando deja de fumar enferma, sea de lo que sea. Hoy es uno de estos días en los que todo me parece raro. Mi memoria así lo identifica. Tendré que descodificarme, que ahora está tan de moda, pero me acojona empezar desde cero con lo mucho que me ha costado aprender. Me gustaría que la memoria tuviera un interruptor como los de la luz para enchufarla y desenchufarla cada vez que me viniera en gana. Hoy me he sentado un rato en un banco para observar el mundo. Las personas caminaban muy deprisa, móvil en mano y tropezándose las unas con las otras. Bendito descanso el mío. Yo me tomo mi tiempo. Siempre lo he hecho, es una condición y una prioridad en mi vida. Cuando alguien paga por mi talento paga también por eso. Me tomo mi tiempo cada vez que lo necesito, eso o no hay trato. Me horroriza que la vida se me escape entre los dedos, quiero atrapar cada segundo y deleitarme con lo que pasa dentro y fuera. Ser muy inteligente se paga caro. Dicen que los superdotados son niños introvertidos y con  problemas de adaptación. Al cuerno con esa teoría, a los superdotados se les llama así por algo, tal vez porque advierten lo que otros no son capaces. La inteligencia emocional puede ser altamente peligrosa si no se gestiona bien, eso está claro, pero para eso está el talento, el que se paga caro, y no hay suficiente dinero en el mundo que pague el mío. ¿Egocéntrica? Puede que un poco, pero me conozco a mí misma y me quiero, eso es todo. Sé lo que busco y lo que necesito, y no me desvío de mi camino, pero no me llevo a nadie por delante, aunque me lo supliquen. Jamás podría herir a alguien aunque mi felicidad dependiera de ello. Ser selectivo también se aprende con los años. A mí el dinero no me compra, yo busco otro tipo de placer en la vida. Siempre me he considerado un poco hedonista, pero con principios. Me viene a la memoria... se me ocurre... me pasa la idea por la cabeza de que... tal vez... puede que... no fuera tan mala idea hacer la maleta e ir de viaje a la ciudad de la luz, a ver si así le doy descanso a la memoria, ahora que no fumo.

miércoles, 27 de febrero de 2013

THE END

Pero ¿qué has hecho? ¿Por qué te has rendido? Hablamos antes de mi operación y me diste la fuerza que te quedaba. Lo mío era una tontería, no era necesario que me dieras tu último respiro. Ahora me estoy ahogando, no puedo llorar a moco tendido porque me tiran los puntos, los del labio y los del alma. Apenas dormí cinco horas esta noche y fui a verte como te prometí para que vieras que había recibido tu fuerza. Me paró la enfermera en la entrada. No hizo falta hablar. Cuando te he visto tan delgadito, esforzándote por atrapar el aire me he quedado sin aliento. Te lo debía, tú me diste tus últimas fuerzas y yo un poquito de mi oxígeno. Casi te he obligado a abrir los ojos para que vieras la herida, y la has visto. Luego has vuelto a cerrar los ojos y ya no los vas a volver a abrir. Una hora, dos, tres, como mucho un par de días. ¡Con lo que a ti te gustaba ver el sol! ¡Y el chocolate que tomábamos a última hora de la tarde cuando iba a verte! Le he pedido a Dios que te reserve un buen sitio, yo ando medio enfadada con él porque se empeña en quitarme del medio a la gente que quiero. Dime cómo debe llorar una persona que siempre está sonriendo. Por eso nadie se da cuenta, porque no me miran realmente y no llegan al fondo de mi alma. Aquí me quedo solita una vez más, sin saber qué hacer. Voy a mirar en el armario para elegir la ropa  de tu último día. Te reías cuando iba a verte en minifalda y me decías que no con la cabeza, que a tu entierro tenía que ir más elegante. No sé qué coño hago escribiendo esto, se me ocurre que es una manera de llorar por dentro, para esto utilizo el blog, para confesarme cada vez que mi alma me lo pide a gritos y, de esta manera, cuando te vayas tu recuerdo quedará impreso. He corrido para verte, para que me vieras, ahora estoy aquí, frenada, herida por fuera y por dentro... Pero ¿qué has hecho?

jueves, 24 de enero de 2013

OPORTUNIDADES AL DESCUBIERTO

Veo las oportunidades como caramelos en la puerta de un colegio; tienes que pillarlas al vuelo porque si te distraes las alejas y no pasan de nuevo. El más rápido suele ser también el más astuto, y el más valiente.
No creo en las segundas oportunidades. Pienso que cuando pasan, ya han pasado, y el vacío que dejan se llena de nuevas ilusiones que, de ninguna forma, podrán ser las mismas que las anteriores. Yo apuesto por las personas valientes, que son decididas, que temen que el tiempo les arrebate lo que realmente quieren. Y es que el tiempo no siempre es un aliado, sino todo lo contrario. No sé, tal vez hoy esté negativa y lo vea todo gris, pero la verdad es que cada vez me pasa el tiempo más y más rápido, y le doy mucho más valor, me aferro a las cosas y personas que quiero porque me aterroriza que el tiempo se las lleve uno de estos días.
A veces, y esto nos ha pasado a todos, solemos vivir experiencias similares a las de años atrás, y nuestro primer pensamiento, o el segundo, es que son nuevas oportunidades para, en esa ocasión, hacer bien las cosas. Lástima que el tercer pensamiento tarde en llegar, porque es el que más vale de todos. Las  oportunidades no se reemplazan ni se prolongan,  las oportunidades llegan y desaparecen, puedes atraparlas y vivir con ellas durante un largo tiempo, pero siempre acaban en el plano etérico, y eso con suerte. Oportunidades, oportunidades... Se me ocurre que alguien podría dedicarles una canción.