sábado, 30 de enero de 2010

ANTONIO VEGA

Siempre que te escucho me convierto en otra persona. Este blog podría llamarse perfectamente como una de tus canciones: "El sitio de mi recreo". Me estás cantando al oído mientras escribo y consigues ponerme la piel de gallina. Esta noche la fiesta me la he montado sola, escribiendo para mí más que para los demás, sintiendo cada letra y cada palabra con más intensidad que de costumbre, contigo a mi lado, cantándome y yo cantando contigo. Subo el volumen y escribo con más facilidad, porque tus canciones no son para oirlas bajito, sino con los altavoces a tope.
He escuchado "Lucha de Gigantes" veinte veces seguidas, como poco. Todo lo que he escrito hoy ha sido contigo, juntos, como en los viejos tiempos, cuando me costaba arrancar y tú me empujabas, me animabas y no me dejabas hasta que llegaba al final.
No puedo echarte de menos porque para mí aún estás.

LOS MEJORES AMIGOS

Hay algo que me pasa muy a menudo con mis mejores amigos. Algo curioso y sorprendente que me hace pensar que las personas que nos queremos realmente estamos muy cerca en determinados momentos por muy lejos que estemos físicamente. No sé si llamarlo telepatía, sexto sentido, conexión psíquica... Lo que está claro es que hay algo que se escapa de toda lógica y que, sin embargo, no por ello es menos real.
En los últimos años el estudio de la mente está ocupando muchas páginas y publicaciones en distintos formatos. Es un tema apasionante, teniendo en cuenta que los seres humanos empleamos una mínima parte de nuestro cerebro. Sin extenderme demasiado en la materia explicaré mi experiencia.
Puedo contar con los dedos de la mano a mis amigos. Mis mejores amigos no son muchos, por eso son los mejores, porque son únicos y exclusivos. Cada uno de ellos tiene algo especial, y cada uno de ellos me complementa de alguna u otra forma. La amistad es el tipo de relación más difícil y, a su vez, la más auténtica que puede darse entre dos personas. Es difícil porque se mezclan muchos sentimientos y es auténtica porque el grado de confianza es elevado. En mi caso, mis mejores amigos son cuatro. Lo que relataré a continuación me sucede con dos de ellos: Godo y Cristina.
Godo -Rodrigo- es mi mejor amigo por excelencia. Somos como hermanos. Él es de Burgos y nos conocimos en el año 1999 mientras cursábamos unos módulos de comunicación en la facultad de Inglaterra. Nuestro primer encuentro tuvo lugar en la lavandería. Yo tuve un "pequeño" problema con la lavadora. Bueno... un gran problema, mejor dicho... Era la primera vez que la ponía en marcha y no estaba familiarizada con aquel electrodoméstico tan raro. El caso es que la máquina humeaba y yo no era capaz de pararla. En pleno ataque de pánico llegó él y me arregló el problema. Esa misma noche coincidimos en una fiesta de cocina. Sí, en una fiesta de cocina porque era lo que se estilaba. Cada noche en una cocina diferente, aunque la de mi bloque era la más solicitada. Nos juntábamos veinte o más personas de nacionalidad diferente para echarnos unas risas, jugar al quinito, beber calimocho caliente y fumar marihuana. Aquellos maravillosos años... Ahora ya estamos rehabilitados, pero fueron unos meses moviditos. Lo mejor venía cuando saltaban las alarmas y venía el vigilante. ¡Coño! Todos corríamos para esconder los restos de hierba y alcohol y poníamos cara de no haber roto un plato. Eso noche tras noche, así que aún no me explico cómo aprobé. O soy superdotada o los ingleses son imbéciles.
Es inevitable recordar todo esto cuando hablo de Godo. Como empalmábamos la noche con el día porque allí amanece pronto, a las cuatro de la mañana íbamos a cazar conejos. Luego los soltábamos, pero correr tras un conejo yendo bebido y fumado era la leche. Fue la etapa de mi vida en la que más me reí. Me dolía el estómago permanentemente de tanta risa. El tema es que desde entonces, Godo y yo estamos en contacto continuo. Es como si nos conociéramos de toda la vida. Cuando nos vimos nos reconocimos de inmediato, no éramos extraños el uno para el otro, y a día de hoy seguimos unidos como si el tiempo no hubiera pasado. Ha llovido mucho desde entonces, él se ha casado y está buscando su primer hijo, pero cuando hablamos sigue siendo el mismo. Con sólo oirnos la voz nos desternillamos de la risa, es inevitable.
Lo curioso del caso es que siempre que pienso en él o sueño con él me llama o me envía un mensaje al poco rato. Sin ir más lejos, hace dos días pensé en llamarle y no tuve tiempo porque se anticipó. No falla. Ahora que escribo sobre él seguro que mañana me dirá algo. Estoy segura porque en todos estos años ha funcionado así.
Esto me sucede también con mi amiga Cristina. Hoy mientras encendía el horno estaba pensando en ella. El viernes por la noche me llamó para quedar y como no me encontraba muy bien le dije que lo dejábamos para otro día. Justamente, mientras la tenía en el pensamiento, me ha llamado para decirme si me apetecía ir al cine.
¿Telepatía? ¿Una conexión especial entre personas afines? Yo no creo en la casualidad, sino en la causalidad, por eso pienso que algo de paranormal tiene que haber en todo esto. Sea como sea es alucinante y maravilloso. Que exista un feeling así de mágico y especial entre dos buenos amigos es la mejor recompensa a los muchos años de complicidad y de cariño. Ojalá sucediera lo mismo con la persona a la que amamos, porque siguiendo la misma lógica si no se da el caso es porque esa persona no nos quiere del mismo modo, ¿no? Creo que ya estoy pensando demasiado... Es habitual en mí pero en exceso deja de ser sano, así que por hoy ya he terminado.

HISTORIAS PARA NO DORMIR

Hace días que no escribo. Muy a mi pesar, no he sido capaz de escribir nada coherente por falta de tiempo y de ganas. Un escritor siempre debe estar en condiciones para escribir sea lo que sea en el momento que se tercie. Eso es lo que algunos piensan, pero no es verdad. La inspiración no llega siempre que la esperas, sino cuando le da la gana, por algo es libre y mágica.
Escribir por escribir es un recurso que muchos utilizamos en un momento dado porque nos sirve como terapia, una especie de liberación para los sentidos y nuestro subconsciente. En realidad, me gustaría escribir muchas cosas y explicar otras tantas. Las noticias de las últimas semanas no nos deja indiferentes a nadie, tanto a nivel social como político. La gota que colma el vaso es la propuesta del Partido Socialista de alargar la edad de jubilación hasta los 67 años. Sin comentarios. No me apetece engrosar la lista de críticas ni de opiniones en contra. Ésta, entre otras muchas, es la consecuencia de la decisión de la mayoría de los españoles que decidieron dar por culo al Partido Popular en las pasadas elecciones. No cabe duda de que soy derechista hasta la médula. Yo no me cambio la camiseta a la primera de cambio. Ni a la segunda. Ni a la tercera.
Todos los españoles que confiaron en el Partido Socialista tienen lo que se merecen. Lo jodido del caso es que los que no estamos de acuerdo con la misma ideología tenemos que pasar por el aro, nos guste o no nos guste.
Unas elecciones anticipadas sería la mejor alternativa para salir del atolladero.
Yo lo tengo clarísimo.

domingo, 17 de enero de 2010

SIN TON NI SON

Meritxell hija… No te enteras de nada. ¡Con lo inteligente que tú eres y hay que ver a veces lo tonta que pareces!
Escribe mi subconsciente. Yo sigo sin voz pero mi cerebro sigue trabajando, por suerte.
En la carrera de periodismo te enseñan a escribir frases cortas y concisas. Ahora me doy cuenta. Digo esto porque hoy es uno de esos días que me apetece decir lo que me venga en gana, y ya que estoy sin voz y no puedo ni hablar por teléfono, escribo, escribo, escribo y reviento las letras y las palabras. Me importa un rábano si las frases son cortas o largas. Me salto el protocolo. Además, esto no es ningún artículo periodístico. Esto es una gilipollez de madrugada. Y a mucha honra.
No me importa que mis frases no tengan sentido porque tendrán el que cada uno quiera darle. A propósito del teléfono… Acabo de recibir la llamada de un amigo del colegio, una de esas amistades que se retoman gracias al facebook. Ayer fue la cena a la que yo no fui. Me ha llamado para decirme que fue espectacular, pero que me echaron de menos. Agradezco su llamada y sus buenas palabras… Yo tenía la excusa perfecta: estaba afónica y se ha podido comprobar que no miento. Nunca miento.
Mañana si sigo igual iré al médico. Me duele todo el cuerpo, desde la cabeza hasta los dedos de los pies. Me cuesta abrir los ojos, girar el cuello y tengo escalofríos.
Pero aguanto. No me atrevo a hacerme un diagnóstico ni a recetarme otro antibiótico que no sea éste, escribir lo primero que me pase por la mente.
Escribir me hace bien, porque pongo mis ideas en orden y me quedo relajada. La idea de diagnosticarme a mí misma me la quitaron de la cabeza hace muchos años. No conozco a un solo médico que me haya dicho alguna vez que estaba en lo cierto. Claro, como soy hipocondríaca –para mí la peor enfermedad de todas- me veo un cáncer a la primera de cambio. Hubo una época terrorífica, en la que entraba en google y leía todas la enfermedades con sus respectivos síntomas. Fue alucinante. Mi médico se reía. Me decía: coño Meritxell, si hubieras sido médico tendrías a los pacientes acojonados… Y estaba en lo cierto.
Mi ginecólogo está muy mentalizado para cuando me ponga de parto. Según él a los 33 tendría mi primer hijo. Se ha equivocado. Ahora no es el momento, pero cuando llegue será el día más feliz de toda mi vida. Estoy segura de que seré una buena madre.
Ahora me distrae una escena que aparece en televisión. La describo tal y como la voy viendo, deprisa, sin contemplar todos los detalles… un hombre y una mujer, a punto de hacer el amor, ella le venda los ojos con un pañuelo mientras se va desnudando, se queda con las medias y el sujetador, se sienta en la cama a su lado, le descubre los ojos, se besan apasionadamente… ¿Qué película es? Desde luego la mía no. Esto me recuerda que hace mucho tiempo que no hago nada parecido. Pero puedo aguantar. También puedo con eso.
Por cierto, ¿de qué quería hablar? Ya ni me acuerdo. ¡Ah sí! Decía que como no tengo voz utilizo las teclas de mi ordenador para comunicarme, aunque hoy estoy algo dispersa. Espero que cuando me vaya a la cama mi cerebro deje de darme la lata.
Esto del blog tiene su gracia. Es como escribir en un diario. Puedes decir lo que quieras con el aliciente de que alguien que no te conoce de nada te lea en un momento dado. Entonces se produce algo increíble, casi mágico, que varias personas al mismo tiempo sienten lo mismo que tú y se crea una conexión energética que te hace saber que no estás sola. Siempre hay algo que te indica en qué momento estás y cómo te encuentras.
Esto es lo bueno de la tecnología, que aunque da algunos problemas te permite estar en tiempo real en otros lugares y con distinta gente, como dice la canción.
Empiezo a encontrarme peor que antes. Quiero seguir escribiendo pero se me cierran los ojos y no es de sueño. Me parece que voy a salir a la calle a pasear al perro y aprovecharé para comprar tabaco. Sé que no debo fumar y ahora que estoy así mucho menos, pero como esto es infumable me fumo un cigarrito y me quedo tan contenta. Así compenso.
Eso sí, cuando me quede embarazada lo dejo de inmediato. Es más, lo dejaré un tiempo antes, cuando me ronde por la cabeza la idea de ser madre.
¿Cómo estaré embarazada? Pues monísima, qué cosas tengo.
Y ¿por qué he empezado diciendo que a veces parezco tonta sin serlo? ¿A qué venía eso? Decididamente, hoy no tengo el día.

viernes, 8 de enero de 2010

SIN PALABRAS

Podría escribir mucho pero prefiero que sea el lector quien escriba su propio texto tras ver estas durísimas imágenes. Cada día mueren miles de personas a causa de la pobreza y el hambre. Es indignante. Demos las gracias por lo que tenemos y no nos quejemos tanto.



lunes, 4 de enero de 2010

BESO, PRUEBA O ACCIÓN

Recuerdo con una sonrisa en los labios cómo los niños jugábamos a beso, prueba o acción en el colegio a la hora del recreo.
Éste, uno de tantos juegos infantiles que hoy, por desgracia, no se conocen. Era divertido e inquietante porque ponía a prueba la capacidad de superación, el instinto y despertaba sensaciones que creíamos sólo pertenecían a los mayores. ¡Qué equivocados estábamos! Los niños de antes besábamos mejor, actuábamos mejor y superábamos mejor las pruebas que los adultos porque estábamos libres de prejuicios y complejos. Nos invadía una curiosidad casi morbosa, me atrevería a decir, y no temíamos perder nada porque a duras penas teníamos algo. Sólo teníamos lo mejor que se puede tener: inocencia y candidez, algo que con el paso de los años vamos dejando. Somos sólo unos pocos, entre los que me incluyo, los que mantenemos estos atributos porque los llevamos de manera innata. Hemos nacido con ellos y nos acompañarán durante el resto de nuestra vida por más que queramos evitarlo. Porque con los tiempos que corren mostrarse tal y como uno es suele tener un precio muy elevado. La gente confunde, malinterpreta y malpiensa. Y, en realidad, las personas inocentes por naturaleza jamás hacemos las cosas a mala fe. Todo lo contrario. Debo precisar que ser inocente no es lo mismo que ser idiota. Dicho esto, sigo opinando que la intención que los demás quieran ver en nuestros actos no es responsabilidad nuestra. Los ojos que miran y el dedo que acusa son el reflejo de la personalidad de quien te juzga. No sé si ha quedado claro.
Esta tarde he quedado con una gran amiga. Ha empezado a llover e íbamos sin paraguas, así que hemos entrado en la primera cafetería que teníamos a mano y nos hemos puesto a recordar cosas de aquellos maravillosos años. Ha sido como volver al pasado aunque en diferente escenario. Las dos jugábamos cuando éramos niñas a este juego, aunque a una la han besado más que a la otra, una de nosotras ha superado y sigue superando más pruebas también que la otra y, lo más sorprendente, es que cuando se trata de pasar a la acción ambas nos hemos tirado de cabeza en situaciones similares. Y es que, en realidad, en eso consiste el juego de la vida: en atreverse y no temerle a nada.
Con la llegada del nuevo año nos hemos fijado unos objetivos comunes. A partir de ahora sólo besaremos a quien se merezca nuestros besos, porque la manera de besar dice mucho de quien te está besando, y los besos si no son auténticos no sirven para nada. Una mujer sabe diferenciar cuando un hombre la besa porque tiene sentimientos o porque la considera un pasatiempo. Las pruebas que tengamos que superar las decidiremos nosotras sin que nadie nos las imponga y sólo pasaremos a la acción cuando la causa lo valga. Así que la tarde ha estado de lo más interesante.
En mi caso, he llegado a casa empapada, con el pelo rizado tras media hora de alisármelo con el secador y la plancha antes de haber quedado y con las pestañas despintadas. Pero ha valido la pena. Me he reído, me he fijado unas metas realistas que pienso cumplir a rajatabla y estoy convencida de que durante el año 2010 el juego de beso, prueba o acción será mucho más gratificante que el de la infancia.