miércoles, 9 de junio de 2010

SIN CORRECTORES NO HABRÍA ESCRITORES


Los correctores profesionales estamos preocupados por un tema que se nos escapa de las manos. Si bien es cierto que si todas las personas escribieran a la perfección no tendríamos trabajo no deja de sorprendernos el alto porcentaje de faltas de ortografía que se suceden en un escrito no superior a las 400 palabras.
Los correctores tenemos la obligación de permanecer atentos ante cualquier cambio que la RAE impone y unificar nuestros textos debidamente, argumentando el criterio que hemos seguido en base, indiscutiblemente, a cómo lo contempla la Academia, que en los últimos años está haciendo considerables cambios aún no sé por qué. Yo creo que se aburren, pero sólo es una opinión.
El estilo es algo muy personal pero la ortotipografía brilla por su ausencia en la gran mayoría de artículos escritos, incluso, por profesionales de nivel. Estoy cansada de leer artículos de abogados, médicos y periodistas con un sinfín de faltas de ortografía, algo que me horroriza y me preocupa porque si profesionales de esa índole no saben escribir correctamente apaga y vámonos.
Sin ir más lejos, grandes escritores como Camilo José Cela y muchos otros apenas sabían escribir. Y yo me pregunto: ¿dónde está el mérito? Quiero decir que uno puede tener una imaginación brillante para desarrollar una historia pero el trabajo puro y duro, quien le da forma a esa historia es el corrector, el más olvidado de todos y al que no se le reconoce su trabajo porque permanece en la sombra. Injusto, cuanto menos.
Aunque corra en mi contra propongo que revisen sus textos antes de enviarlos o publicarlos. Es lamentable que profesionales como médicos, periodistas, arquitectos, personas cualificadas en general mal escriban sin considerar que quienes les leen aprenden de ellos.