domingo, 17 de enero de 2010

SIN TON NI SON

Meritxell hija… No te enteras de nada. ¡Con lo inteligente que tú eres y hay que ver a veces lo tonta que pareces!
Escribe mi subconsciente. Yo sigo sin voz pero mi cerebro sigue trabajando, por suerte.
En la carrera de periodismo te enseñan a escribir frases cortas y concisas. Ahora me doy cuenta. Digo esto porque hoy es uno de esos días que me apetece decir lo que me venga en gana, y ya que estoy sin voz y no puedo ni hablar por teléfono, escribo, escribo, escribo y reviento las letras y las palabras. Me importa un rábano si las frases son cortas o largas. Me salto el protocolo. Además, esto no es ningún artículo periodístico. Esto es una gilipollez de madrugada. Y a mucha honra.
No me importa que mis frases no tengan sentido porque tendrán el que cada uno quiera darle. A propósito del teléfono… Acabo de recibir la llamada de un amigo del colegio, una de esas amistades que se retoman gracias al facebook. Ayer fue la cena a la que yo no fui. Me ha llamado para decirme que fue espectacular, pero que me echaron de menos. Agradezco su llamada y sus buenas palabras… Yo tenía la excusa perfecta: estaba afónica y se ha podido comprobar que no miento. Nunca miento.
Mañana si sigo igual iré al médico. Me duele todo el cuerpo, desde la cabeza hasta los dedos de los pies. Me cuesta abrir los ojos, girar el cuello y tengo escalofríos.
Pero aguanto. No me atrevo a hacerme un diagnóstico ni a recetarme otro antibiótico que no sea éste, escribir lo primero que me pase por la mente.
Escribir me hace bien, porque pongo mis ideas en orden y me quedo relajada. La idea de diagnosticarme a mí misma me la quitaron de la cabeza hace muchos años. No conozco a un solo médico que me haya dicho alguna vez que estaba en lo cierto. Claro, como soy hipocondríaca –para mí la peor enfermedad de todas- me veo un cáncer a la primera de cambio. Hubo una época terrorífica, en la que entraba en google y leía todas la enfermedades con sus respectivos síntomas. Fue alucinante. Mi médico se reía. Me decía: coño Meritxell, si hubieras sido médico tendrías a los pacientes acojonados… Y estaba en lo cierto.
Mi ginecólogo está muy mentalizado para cuando me ponga de parto. Según él a los 33 tendría mi primer hijo. Se ha equivocado. Ahora no es el momento, pero cuando llegue será el día más feliz de toda mi vida. Estoy segura de que seré una buena madre.
Ahora me distrae una escena que aparece en televisión. La describo tal y como la voy viendo, deprisa, sin contemplar todos los detalles… un hombre y una mujer, a punto de hacer el amor, ella le venda los ojos con un pañuelo mientras se va desnudando, se queda con las medias y el sujetador, se sienta en la cama a su lado, le descubre los ojos, se besan apasionadamente… ¿Qué película es? Desde luego la mía no. Esto me recuerda que hace mucho tiempo que no hago nada parecido. Pero puedo aguantar. También puedo con eso.
Por cierto, ¿de qué quería hablar? Ya ni me acuerdo. ¡Ah sí! Decía que como no tengo voz utilizo las teclas de mi ordenador para comunicarme, aunque hoy estoy algo dispersa. Espero que cuando me vaya a la cama mi cerebro deje de darme la lata.
Esto del blog tiene su gracia. Es como escribir en un diario. Puedes decir lo que quieras con el aliciente de que alguien que no te conoce de nada te lea en un momento dado. Entonces se produce algo increíble, casi mágico, que varias personas al mismo tiempo sienten lo mismo que tú y se crea una conexión energética que te hace saber que no estás sola. Siempre hay algo que te indica en qué momento estás y cómo te encuentras.
Esto es lo bueno de la tecnología, que aunque da algunos problemas te permite estar en tiempo real en otros lugares y con distinta gente, como dice la canción.
Empiezo a encontrarme peor que antes. Quiero seguir escribiendo pero se me cierran los ojos y no es de sueño. Me parece que voy a salir a la calle a pasear al perro y aprovecharé para comprar tabaco. Sé que no debo fumar y ahora que estoy así mucho menos, pero como esto es infumable me fumo un cigarrito y me quedo tan contenta. Así compenso.
Eso sí, cuando me quede embarazada lo dejo de inmediato. Es más, lo dejaré un tiempo antes, cuando me ronde por la cabeza la idea de ser madre.
¿Cómo estaré embarazada? Pues monísima, qué cosas tengo.
Y ¿por qué he empezado diciendo que a veces parezco tonta sin serlo? ¿A qué venía eso? Decididamente, hoy no tengo el día.

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