domingo, 28 de marzo de 2010

REFLEXIONES Y CONCLUSIONES

Ayer fue un día agradable.
Quedé para comer con un amigo y charlamos sobre cuestiones muy interesantes. Intentamos arreglar el mundo y, pese a que no conseguimos ordenar todo lo que nos inquietaba, llegamos a una conclusión convincente: arreglémonos en primer lugar nosotros y olvidémonos del resto. Cuando tú estás bien todo está en orden, ya que la percepción cambia notablemente. Si uno está feliz apenas percibe los problemas. Es la mejor fórmula para andar por el mundo sin que las malas ondas te alcancen.
La cuestión es que los factores externos son los que condicionan nuestro estado de ánimo, con lo cual disociar es ardua tarea. Sólo las personas pragmáticas y racionales pueden hacerlo, por norma general. Las que somos sensibles tenemos serias dificultades para sobrevivir sin dejar que lo ajeno nos afecte. Un claro ejemplo es la situación de crisis que estamos viviendo actualmente. Al parado le preocupa el desempleo, al enfermo la salud y al enamorado el objeto de su amor. Sin distinción, a cada uno le preocupa lo suyo y un poco de lo de los demás. La vida es esto, y como sólo tenemos una hay que vivirla de la mejor manera.
Conversamos sobre muchas cosas, pero el tema estrella fue el AMOR. Cómo no... siempre acabamos hablando de los mismo porque los seres humanos nos movemos por sentimientos, sean del tipo que sean. Yo no soy partidaria de filosofar sobre este asunto, pero reconozco que me es útil para conocerme mejor en este aspecto. Hablamos sobre el orgullo, los celos y las diferencias en la pareja. Los celos no son otra cosa que el resultado de la propia inseguridad y el reflejo de nuestro comportamiento más instintivo. Es decir, si tú crees que tu pareja te es infiel cuando no hay datos objetivos que demuestren que así sea es por dos motivos fundamentalmente:
- Porque tú potencionalmente lo eres.
- Porque tienes la autoestima por los suelos.
Es entonces cuando se corre el peligro de que tus sospechas y tus miedos se hagan realidad, ya que tu actitud y comportamiento ha alejado a la otra persona de tu lado.
Como mi amigo está pasando por una etapa de celotipia fuera de toda lógica, le propuse un juego. A simple vista parece una chorrada, un juego de niños, pero que en un momento dado funciona, al menos te impide reaccionar impulsivamente.
Saqué del bolso una pequeña libreta y le di un bolígrafo. Le sugerí que anotara en una lista las cosas positivas que le aportaba su pareja y al lado otra con las cosas negativas. Como era de esperar, la lista de cosas positivas superó con diferencia a la de las negativas, que no eran reales, sino que provenían de su imaginación. Respiró aliviado y reconoció que tenía que cambiar de actitud si no quería perder a su pareja.
Cuando se está enamorado todo es confuso. Es difícil hacer funcionar la cabeza, pero hay que esforzarse y bajar de las nubes durante unos minutos al día. Sin embargo, reconozco que a mí me ha pasado. He aprendido a controlarme porque a medida que voy madurando contemplo las cosas y siento de manera diferente. Y eso no significa que mi amor sea menos auténtico, sino que es más generoso porque permito que la otra persona decida si quiere estar conmigo o no. Cuando siento algo especial por alguien procuro no atosigarle, no le exijo ni le comprometo. Pero contemplo, analizo y sopeso. Si me gusta alguien de verdad y llego a la conclusión de que él no siente lo mismo por mí me voy. No es un acto de orgullo ni de celos, sino de generosidad.

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