viernes, 19 de marzo de 2010

UNA COCACOLA DE BOTELLA, EN VASO DE TUBO, CON UN HIELO Y UN LIMÓN

Y me quedo tan ancha. Porque la cocacola no se sirve de cualquier manera.
No señor, a los que nos gusta disfrutar de este refresco tan común y a la vez singular -si no tengo mal entendido antes de comercializarse como bebida se creó como jarabe- no se nos puede presentar de cualquier forma. No es lo mismo en un vaso de tubo que en un vaso convencional, no tiene el mismo sabor si es con un hielo que si es con más, y si le falta el limón le falta la gracia. Parece una manía pero no lo es. Los cocacolainómanos somos muy especiales para esto. Yo cuando estoy en casa me la sirvo hasta con una aceituna pinchada en un palillo.
El otro día, mientras desayunaba en una cafetería en el Paseo de la Bonanova se acercó una chica a la barra y le pidió al camarero una cocacola como Dios manda. Hasta ese momento pensaba que yo era la única persona en el mundo que pedía la cocacola en vaso de tubo, con un hielo y un trocito de limón. Me sorprendió y me hizo gracia. La chica era un poco pija, bueno... bastante pija. Eso me dio que pensar: ¿seré yo una pija? Luego llegué a la conclusión de que no iban por ahí los tiros. Una cosa es ser pija (o gilipollas, que para el caso es lo mismo) y otra muy diferente tener clase y personalidad propia. Los pijos son todos iguales, piensan lo mismo, hablan de lo mismo y siguen la moda. Las personas con clase no siguen patrones de conducta, son como son, auténticas y fieles a sus principios. Ésa es la gente que me gusta.

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