domingo, 27 de julio de 2014

ESO QUE LLAMAN AMOR

Cuanto más escribo sobre el amor menos conozco su significado. Pero sé que dejarse querer es hermoso y también  amar desde la libertad y la ignorancia. Amar de esa manera te sentencia al fracaso, pero te salva de la condena. El fracaso sentimental es una soledad vocacional, elegida libremente. Sin embargo, la condena es un castigo impuesto que puede durar toda la vida.
Sé que el amor verdadero no conoce reglas ni compromisos, ni expone argumentos con lógica. Las exigencias pertenecen al instinto, algo mucho más vulgar. El sexo obliga a firmar y hay que leerse con lupa la letra pequeña. 
Sé que es más fácil escribir sobre el amor que vivirlo con toda su crudeza; ensuciar papeles en blanco con gemidos que hasta los sordos oyen. Sé eso y poco más.
No sé si mañana, o pasado mañana, me sentiré fracasada o condenada. Tampoco me preocupa que no me ames porque creo saber que nunca me has amado, pero me asusta la idea de dejarte de amar algún día de esos en los que se confunde la vocación  con la imposición,  la libertad  con la condena, porque entonces sabría que lo que creo saber hoy no me ha servido de nada.



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