domingo, 2 de septiembre de 2012

RELACIONES HUMANAS

Hoy siento el frío de un modo especial. El otoño es mi estación favorita, empiezo a sentirlo con días de antelación, volviéndome más melancólica y sensitiva. Pero es una melancolía que me gusta porque me da paz y me permite tomar distancia sobre ciertos asuntos para afrontarlos con inteligencia más adelante. Tengo la agenda repleta de compromisos, cenas y cafés pendientes que voy posponiendo sobre la marcha porque sólo me apetece empatizar conmigo misma. Ahora estoy por mí. Estaba trabajando hace unos minutos sobre un libro que, a fuerza de corregirlo y modificar contenido, me ha aclarado un par de dudas sobre las diversas relaciones que establecemos los humanos. Algunas son muy curiosas, pero me gustaría abordar una en particular: la relación entre dos personas que, aparentemente, son polos opuestos. Y utilizo el adverbio "aparentemente" porque si se analizan las vidas de ambos individuos (sus gustos, deseos ocultos, carencias, virtudes, defectos, aspiraciones,etc.) se observan muchas similitudes. Es un tema complejo pero muy interesante. Es como si toda esa información permaneciera en un nivel inconsciente y no llegara a exteriorizarse, de modo que para la otra persona ese sujeto sería incompatible y hasta le resultaría incómodo. Pero luego empiezan a producirse los encuentros, las coincidencias, la necesidad  mutua de estar juntos, el deseo, el sexo y hasta el matrimonio. Nos encontraríamos, según los místicos, ante un caso de almas gemelas. Los psicólogos aportarían otros argumentos para desmontar la teoría mística, aunque cabe señalar que cada vez son más los psicólogos que combinan el tratamiento convencional con el alternativo (reiki, por ejemplo). El tema de las relaciones humanas siempre me ha interesado muchísimo. Me gusta conocer gente de todo tipo, pero especialmente si son diferentes que yo. Quiero saber cómo piensan, cuáles son sus necesidades, a qué le dan valor en la vida, cómo trabaja su cerebro y cómo procesa la información recogida (pasado y presente) para encarar el futuro. Esto puede parecer muy retorcido, pero nada más lejos de la realidad. Se aplica de manera natural, es un conocimiento casi instintivo que se perfecciona con la práctica y que sirve para aprender y adquirir experiencia en la vida. No comulgo con la opinión de que para aprender hay que sufrir y equivocarse. No es necesario, al interactuar con personas de diversa índole contemplas no sólo las vidas de estas personas, sino cómo sería la tuya si tu vida estuviera cerca de alguna de ellas. ¿Raro? ¿Complicado? Puede que un poco sí, tal vez me cueste encontrar las palabras apropiadas para explicar mi teoría de las doce de la madrugada, pero si esto que digo se analiza con la mente despejada no parecerá tan disparatado.

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