martes, 25 de agosto de 2015

RUMBO A NINGUNA PARTE

Cuando tiemble de frío y mi cuerpo se quiebre como el hielo, a pedacitos helados, cogeré el barco de vuelta. Volveré en silencio, volveré para quedarme, me sentaré en la misma silla rota de la habitación del fondo y agacharé la cabeza para escuchar lo que el suelo quiera contarme. Seguro que me sorprende con algo. Las pisadas de la gente dejan huella y hablan por sí solas. Hay un barco amarrado en el puerto esperando para zarpar a ninguna parte. Es el destino ideal: sin billete, sin pasaporte, sin expectativas... En la soledad de mi viaje soltaré el destino al aire, que la brisa se lo lleve y cruce el cielo con las gaviotas, y vuele tan alto hasta fundirse con las partículas chispeantes que los ojos no alcanzan a ver. El futuro es incierto, pero sé que volveré. Volveré a mi tierra, al país de los sueños, de los ángeles y demonios, al lugar del que, tal vez, nunca debí partir. Pero ahora me voy a pasar frío a otra parte. Alguien dijo una vez: si amas algo, déjalo ir; si vuelve, es tuyo, si no, nunca lo fue. Hay un barco esperando para llevarme a ninguna parte, pero sé que volveré, y me encontrarás distinta, y te veré distinto, y si alguna vez fui tuya, y si alguna vez fuiste mío, nuestra huella se mantendrá imborrable en el suelo de la habitación del fondo. Deséame un feliz viaje, cariño mío.