martes, 21 de octubre de 2014

HASTA LUEGO, CEREBRO


Hago una pausa y me golpeo el cerebro contra la mesa. Sólo necesito un momento. Que las palabras digan lo que quieran sin que ningún pensamiento se interponga. Que irrumpan fulgurantes desde el vacío, desde la nada, desde esa parte desconocida que casi nunca habla. Tengo el cerebro cansado, pero las letras llegan del alma. Tal vez escribir consista en eso, en dejar que las letras se amontonen solas. Sólo necesito un momento más. Que nadie llame a la puerta ni suene el teléfono, estoy reunida con mi cerebro aplastado. Creo que le duele el golpe. Cuando el ajetreo se calme llegará el mensaje que tanto espero, trayendo nuevos aires. Las letras siguen amontonándose; una tras otra, una tras otra... tienen prisa por recomponer las piezas del hemisferio derecho. No importa mucho si  muere en el intento, tendría descanso eterno.
Desearía conocerte más a fondo para matarte, sólo para eso. Matarte por secretismo, por ignorancia, por hastío. Morirías recordando los paseos bajo el sol de la Toscana, las noches de tormenta leyendo algún libro de literatura clásica. Te mataría por ti, para que  descansaras. Sencillamente para eso. Voy a tener que darte algún analgésico, algo que te quite el dolor y te entretenga hasta entonces. No te preocupes, encontrarás otros alicientes en paisajes diferentes, y contarás las manzanas de los árboles,  cantarás y bailarás, y hasta puede que te enamores de alguien que te ame con la misma intensidad. Tú y yo pasaremos a la historia.  De hecho, ya lo estamos haciendo. Se nos quedaron cosas pendientes, pero contamos muchas manzanas y escribimos grandes cuentos. Necesito un momento, sólo otro momento.